Este es el singular caso de un amor llevado hasta el extremo por un médico alemán llamado Carl Tanzler, quien estaba perdidamente enamorado de María Elena Milagros de Hoyos. Por desgracia una tuberculosis acabó con su vida y Tanzler corrió con los gastos del funeral e incluso con la construcción de un mausoleo. Años más tarde volvió con la intención de llevarse sus restos. Hizo un remedo uniendo los huesos con alambres, usando una peluca y montañas de desinfectantes. Convivió unos siete años con el cadáver y numerosos rumores recorrían la comunidad, finalmente fue descubierto por la hermana de María y acabó libre de los cargos de los que se le acusaba.
Es curioso como se señala que los lugareños no sentían animadversión por los hechos y lo veían "como un romántico excéntrico."
Una rosa para Emily, de William Faulkner
ResponderEliminarNo conocía el cuento, acabo de encontrar el texto en Internet. A ver que tal.
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