Continuando con mucho odio esta oda a la bilis, entraremos en el escatológico mundo del sorbete de chocolate en tazón de agua.
Entrar en un reluciente inodoro, retrete o cagadero es una experiencia que te acerca más a la raza humana (si eres extraterrestre o de Albolote) o a tus congéneres (en general), ya que puedes ver, oler y saborear el producto generado en el interior de todos estos.
Además es una oportunidad única para reflexionar sobre la importancia del papel higiénico y lo mucho que se usa y usa; el nos libra de la suciedad y mantiene limpio nuestro ojo interno, importante ante accidentes, no vaya a ser que el medico piense mal. Y a todos nos ha pasado encontrarnos en un retrete sin papel, a todos sin excepción.
Nos hemos encontrado con auténticas aberraciones, aberraciones contra natura e incluso algunas dignas de alabanza por su arriesgada deposición.
Aún así nos sentamos todos confiados en la taza del retrete esperando una buena limpieza, no ser molestados y tener el papel higiénico de nuestro agrado.
Os deseo un buen comer y un mejor cagar (o al revés al gusto del defecante).
Dejalo espaciado filoctetas
ResponderEliminarA mí no me mires.
ResponderEliminarLa peña está zumbadísima. Los cagarros en la nieve tienen su "aquél".
ResponderEliminarY el ojo interno
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