lunes, 6 de febrero de 2012

Diabolik (1968)


Mi compañero de blog ya ha conseguido desarrollar un ojo clínico, casi holmesiano, para detectar las cintas italianas con un simple vistazo y, en efecto, en este caso nos encontramos con una producción de Dino De Laurentis. Productor de joyas como Conan el Bárbaro y El ejercito de las tinieblas. Diabolik es otra adaptación fallida de un cómic y llegó al Olimpo de las películas malas cuando Mystery Science Theatrer 3000 la emitió.

Diabolik es una especie de superladrón de los sesenta. Una mezcla de Austin Powers y Batman. Incluso tiene una Psicodelicueva llena de cosas de plástico brillante y una cama gigante giratoria que cubre con el dinero del robo del comienzo de la película. Y es que no roba a un cualquiera sino al propio estado italiano. De este modo el ministro de Interior se pone muy serio y anuncia en público que vuelven a reinstaurar la pena de muerte. Lo que no tiene mucho sentido para delitos que no son de sangre. Diabolik, cachondo como el sólo, inunda la sala de prensa con un gas de la risa al mejor estilo del villano Joker Egghead.


Tenemos después una escena de bailoteo con música psicodélica llena de hipis fumando porros con salto ridículo incluido.


El hampa sin embargo no se rie y está de los nervios. Uno de sus jefes supremos (Valmont) está harto de que sus locales sean constantemente objetivo de la policía en su búsqueda desesperada de Diabolik. De este modo se ofrece a ayudar a la policía en su cruzada gracias a toda su maquinaria criminal. Mientras tanto Diabolik planea robar unas esmeraldas para su esposa pero esta es secuestrada y debe enfrentarse a Valmont para recuperarla. Como momento WTF vale la pena mencionar la ida de olla "Tyler Durden" que le afecta a Diabolik y decide explotar las oficinas de Hacienda del país eliminando todos los archivos de los ciudadanos. Proyecto Mayhem total.


La película sería llevadera si no fuera porque tiene unos veinte minutos finales que fácilmente sobran ya que cuando crees que ha terminado descubres que aún le falta un buen rato. Curiosamente el director, Mario Bava, disponía de tres millones de dólares para rodar pero fue capaz de ahorrar a lo bestia y quedarse en unos cuatro cientos mil. Dios sabe cuanto duraría si se fuese de madre. Algo raro que no suceda en estas producciones.

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