Hay películas que si no ves con tus propios ojos nunca creerías que realmente existan. Todo parte cuando un gordo empresario convence a un científico para que la ayude a investigar a un gigante que han encontrado en Groenlandia. Lanzallamas por aquí y por allá. De paso nos introducen a los nietos del empresario y a un galán viejuno. El científico le comunica al empresario que lo que encontraron es un yeti y hay posibilidades de revivirlo. Usando un helicóptero de Playmobil lo suben hasta una altura de cuatro mil metros para que le dé el ozono y los rayos ultravioleta en la cara (?). De esta forma, previa descarga eléctrica, consiguen que la criatura de hace un millón de años (?) vuelva a la vida.
El yeti, ahora vivito y coleando, es mostrado públicamente. Llega la insidiosa prensa y un grupo de modelos (?). Con sus flashes lo ponen nervioso y consigue liberarse de las cadenas con su mejor estilo kingkoniano. Planta un poco el pánico y secuestra a los sobrinos del empresario llevándoselo con ellos. Es aquí cuando ocurre una de las escenas más bizarras que he visto desde hace mucho tiempo. Cuando sostiene a los dos jovenes en su mano, la chica sin querer (?) le roza un pezón el cual inmediatamente se pone duro (???) y el yeti adopta su cara más melosa.
Después de compartir un poco de pescado utiliza las espinas de una especie de siluro gigante o algo y peina a la chica. El galán viejuno llega a la conclusión de que el yeti está enamorado de ella y considera al chico como un hijo. Tras apaciguar a la criatura de hace un millón de años lo transportan a Toronto otra vez con el helicóptero de Playmobil para presentarlo al público y de paso ganar unos dinerillos.
Por alguna razón desconocida el yeti se suelta y vuelve a hacer de las suyas por la ciudad. Mientras de fondo se escucha una especie de adaptación setentera de Carmina Burana. Después de montarla un poco acaba en un almacén medio muerto e intubado. Sisuiendo los delirios psicodélicos de la película, el yeti comienza a alucinar y sueña que tiene un tamaño normal y baila con la chavala (?).
Aparece el galán viejuno y otro tipo que no recuerdo quien era con la intención de matar al yeti ya que resulta que trabajan para un empresario rival. Ocurren más cosas irrelevantes como que el yeti se carga a unos esbirros y escapa. El científico es asesinado y le echan la culpa al pobre gigante de las nieves. El galán viejuno decide matar a los chavales pero el yeti aparece de improvisto gracias a su gran capacidad de acechar. En cuestión de segundos se hace de día y una persecución automovilística tiene lugar. El yeti acaba atrapando al maloso y lo aplasta de un pisotón.
La chica le suelta que tiene que volver a la naturaleza y el yeti con sus 20 metros de altura se dirige feliz a su nueva vida e eremita.
sábado, 29 de enero de 2011
Yeti, el Gigante del siglo XX
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Joer qué peliculón, mañana sin falta me voy a comprarla, pero original nada de descargarmela, por joyas así que fusionan con arte la zoofilia y la corrupción de menores merece la pena pagar!!
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